Éxtasis

Como todos los días cuando se despertaba, Reynaldo se metió a bañar. Y como todos los días, al salir, sin siquiera vestirse, se dirigió al “cuarto de música”. Así es como llamaba él a la habitación donde guardaba sus tesoros. Se paró frente a los inmensos muebles que alojaban su amada colección, y que cubrían casi en su totalidad las cuatro paredes, y durante unos instantes se quedó inmóvil como mirando a la nada. Pero lo que realmente hacia era pensar detenidamente en su elección de esa mañana, elección que haría que su casa se llenara de sonido. 

Dirigió su vista hacia la pared izquierda, ahí donde se encontraba aquella banda que siempre había sido, y seguiría siendo, su favorita. Sin molestarse en buscar, guiado por una relación casi simbiótica con el lugar, extrajo cuidadosamente un disco. Miró atentamente la funda; nunca dejaría de maravillarse por el arte ahí plasmado.

Se acercó a su hermoso tornamesa, quitó la cubierta del aparato y colocó el vinilo en el plato. Por unos segundos cerró los ojos como anticipándose a lo que vendría. Tomó el brazo de la aguja y el mecanismo comenzó a girar. Con delicadeza lo pinchó. Inmediatamente ese sonido tan característico y tan mágico, ese suave crujir y que sólo ese tipo de grabaciones podían conseguir y que lograba que se le erizaran los vellos del cuerpo, invadió sus sentidos. 

Unos segundos después inició la intro de la canción: un par de explosivos y familiares sonidos que llenaron la habitación. Reynaldo sentía como cada milímetro de su ser se empapaba con ese beat electrónico, con las percusiones y la melodía. Pero no fue sino hasta casi transcurrido el primer minuto que llegó el verdadero embeleso:

The sun went down and the ground started sort of grinding…

Con la cabeza gacha comenzó a cantar siguiendo esa voz tan sagrada para él. La canción continuaba. La música, la letra. Las partes donde las percusiones sonaban solas. Esos sonidos sintéticos que asemejaban a trompetas. Y aquellos otros tantos que emergían de la nada y penetraban los oídos. En el clímax las imágenes de cada uno de los miembros de la banda acudieron a su cabeza. Sus movimientos, sus manierismos, su vestimenta tan incitante y particular. Los cuatro desfilaron por su mente haciendo lo que él tanto amaba que hicieran. Era como si esa canción… todas sus canciones, hubieran sido creadas solamente para él.

Después de casi cinco minutos la canción inició su declive. Muchos sonidos se fueron quedando en el camino mientras otros anuncian el inminente final. Se escucharon las últimas estrofas de la letra. 

… The way the morning broke was quite unusual…

Continuó con la cabeza hacia el suelo mientras la música se iba apagando. 

In less time than it takes to tell…

Silencio.

Ahora Reynaldo se había cargado de energía y se encontraba listo para afrontar un día más. Porque para él no había mejor manera para esto que sumergirse en la música que lo había visto crecer y lo había acompañado en los mejores y peores momentos de su vida. Con el grupo que lo había forjado como persona y definido gran parte de su personalidad e ideología.

Porque para Reynaldo, el escucharlos lo era todo.

Fragmento de la letra de la canción Quite Unusual, escrita y compuesta por Front 242 para el álbum Official Version, Red Rhino Europe, 1987.

2 comentarios en “Éxtasis”

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