¿Qué tan tristes serán los pensamientos de un muerto?

Por días he contemplado a la gente ir y venir por la plaza. Cuando se pasean junto a mí escucho sus conversaciones y los observo, incautos, mientras actúan como si yo no existiera. Ayer, un vagabundo defecó frente a mis ojos y la noche anterior un ebrio y una prostituta follaron debajo de donde me encuentro, en pleno suelo.
Recuerdo que cuando recién llegué a este lugar, todo el mundo me miraba asustado —ahora cubren sus narices con un gesto de repulsión en sus caras. Una vez, incluso, trajeron arrastrando ante mí a un niño para darle una lección; el pobre chiquillo huyó despavorido. Durante algún tiempo fui el tema principal de las conversaciones, el originador del cotilleo. Sin embargo, ahora me ignoran, me convertí en una simple incidencia en sus aburridas vidas; una como tantas otras.
En este momento, a los únicos a quienes les concierne mi presencia en…
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