No recuerdo sus palabras
tampoco sus caricias,
son sueños perdidos
todo lo que vivimos juntos.
Hay vacío en donde antes hubo
pasión.
No recuerdo el olor de su cabello,
tampoco la dulzura de sus besos
y sus ganas de mí, parece que
nunca existieron.
Pero lo que siempre saciará
a mi alma,
es el color de sus ojos,
oro líquido
que me enloquecía;
en ellos me sumergí
hasta que me fue ajeno
respirar.
Esos ojos fueron alegría y perdición,
vida y muerte,
el único recuerdo que conservo
de mi demencia por ella.
Haz que mi imaginación se disemine
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