Con una máscara cubro mi rostro,
una máscara que oculta mis facciones;
mi sonrisa está detrás,
las arrugas del tiempo, el gris de los años…
todo lo que da indicios de mí.
Soy un enmascarado
que lo único que no puede esconder
son sus ojos,
su mirada; esa que sale desde las entrañas,
esa que habla sin palabras,
esa que desvela una miríada de emociones;
esa que condena, esa que apacigua…
esa que no miente.
Con el rostro cubierto
danzo entre la gente,
enmascarado,
salvo para que aquellos
que buscan dentro de mis cuencas,
salvo para aquellos que no temen
perderse en mis pupilas.
Miro a través de esta máscara
que oculta mi identidad,
mi ser carnal,
mas nunca mis ojos
porque con ellos no solo observo,
sino también siento;
siento la felicidad,
la tristeza,
la ira,
la pasión,
el miedo,
y todo lo que emana de dentro,
de dentro de ti.
Me quito la máscara
y me presento,
por primera vez nada cubre mi rostro
que es todo para ti.
Muy buena poesía y muy acorde a los tiempos que vivimos. “Los ojos son el espejo del alma”, dicen, y es verdad. Ahora habrá que tomarlos más en cuenta. Quizás ahora mientras algo nos oculta parcialmente el rostro, al final podamos hacer juicios más certeros tan sólo mirando los ojos.
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Gracias, Ana. Claro, los ojos siempre dicen mucho y a veces no son muy tomados en cuenta. En ellos se refleja el miedo, el amor, la tristeza y la felicidad.
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Precioso, Edgar! 👏👏👏😘🤗✨
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Gracias.
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Muy buena poesía. Feliz jueves 😘
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Gracias, Keren.
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