Estaba cansada de observar todo el tiempo el mismo panorama, algo que nunca creyó, ni siquiera pensó, que podría hartarle. Ver las estrellas brillar sobre el oscuro manto del espacio era algo que había perdido por completo su significado y su belleza. No podría ser de otra manera después de haber pasado los últimos 28 años viajando en esta nave.
Veintiocho años desde que saliera hacía la nada en esta misión de exploración y colonización.
Desde niña había sido educada y entrenada exclusivamente para esto. No había conocido otro tipo de vida. A los 21 años había abordado la nave y había sido lanzada al espacio. Ese había sido su regalo de cumpleaños. El proyecto del que formaba parte había comenzado varias generaciones antes de que ella naciera. Y muchas antes que ella habían pasado por el mismo entrenamiento. Pero no fue sino hasta que la tecnología estuvo completamente refinada que se puso en marcha la etapa final y el consecuente inicio de la misión.
Ahora se encontraba haciendo las anotaciones correspondientes en su bitácora de lo acontecido en su jornada. Tenía que llevar un registro exacto del viaje, de la nave y de las condiciones de su valioso cargamento.
La vida mientras se viajaba por el espacio no era algo excitante. Lo que Hollywood planteaba como algo heroico y grandioso era algo completamente tedioso y desesperante (parte de su entrenamiento inicial había consistido en ver todas las películas de viajes espaciales que se habían filmado).
Ni siquiera el vehículo era algo tan increíble. La cabina no estaba llena de tableros luminosos ni había botones por todos lados. No había decenas de pantallas y muy pocas cosas estaban automatizadas. Tampoco había una cámara de hipersueño, algo muy recurrente en todas las historias de ciencia ficción. Todo era muy diferente a ese glamour que se le vendía a la gente.
Con un suspiro cerró la bitácora. Aparte de los registros en audio y video esto era otra de las cosas que no era como se creía; siempre era preferible hacerlo a la manera antigua, con tinta y papel. Se dispuso a ir a dormir. Otro día más de su, hasta ahora, interminable viaje llegaba a su fin.
La forma en que completaría la misión era algo que la maravillaba. Ella era la única tripulante de la nave. Los científicos del proyecto habían logrado perfeccionar la clonación y en eso estaba sustentado el éxito del proyecto. En tan sólo unos días ella misma comenzaría el proceso para clonarse. Se clonaría y criaría al producto (ella prefería llamarla «hija»), posteriormente la entrenaría, le pasaría todo su conocimiento y por último le dejaría el mando de la nave y la responsabilidad de continuar con la misión.
Este proceso se repetiría una y otra vez hasta que fuera encontrado un planeta colonizable. Cientos, tal vez miles, de clones de ella llevarían acabo esa titánica tarea.
La nave transportaba dos cargamentos vitales para alcanzar el objetivo del proyecto. Once tanques que funcionaban como matriz para el desarrollo de los fetos hasta el momento del “nacimiento” y muestras de ADN. Cien individuos, de todas las etnias, cincuenta hombres y cincuenta mujeres, que serían igualmente clonados. Estas cien personas serían los primeros habitantes de la colonia, formarían las primeras comunidades y, con sus descendientes, poblarían y darían forma al nuevo planeta.
Transcurrió una semana más, que en la vastedad del espacio era sólo una ínfima cantidad de tiempo, pero que en la soledad de la nave podría llegar a parecer una eternidad, y nuevamente registraba el inicio de su jornada en la bitácora:
“Día 10,529 (mes 10, año 28) del proyecto Nuevo Amanecer abordo del crucero espacial Dédalos; día 0 del inicio del proceso de gestación del tripulante NA-Dds02. Se ha extraído la muestra de ADN del tripulante NA-Dds01, Mirai Wúxiàn, y se ha insertado con éxito en la cámara matriz Madre I, Md-Dds-I, a las 933 horas con 56 segundos”.
“Nota personal del tripulante NA-Dds01, Mirai Wúxiàn. ‘La soledad está apunto de terminar. ¡Estoy emocionada! La parte más crítica de toda la misión está comenzando y es algo que más que ponerme nerviosa me llena de esperanza. Por el futuro. Por la humanidad’”.
“Cierro entrada”.
El Dédalos continuó su travesía. Su silueta recortada contra la negrura del espacio.
Muy buen relato. Me encantan los relatos de ciencia ficción y este está a la altura.
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Gracias, Keren. Qué bueno que te gustó.
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Yo estoy contigo, es mejor dejar con las ganas, que pasarse y aburrir, pero tu escribes de lujo y con tu forma de de hacerlo, provocas que en te echemos de menos y sigamos detrás de ti, para ver qué nos dejas.
Sigue así, es buena técnica.
Un besito y feliz finde. 🌹😘
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